Fondo Bíblico: 1:1-2:17

Verdad Central: Las promesas del Señor abarcan todas las esferas de las necesidades humanas.

Texto Áureo: Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la Gloria de Dios. 2 Corintios 1:20.

Objetivos del aprendizaje

1. Aprender que Dios tiene un propósito definido al dar sus promesas.

2. Descubrir la manera en que podemos apropiamos de las promesas de Dios para la vida cotidiana.

3. Ser más conscientes de la gran responsabilidad que pesa sobre nosotros como testigos de Cristo.

BOSQUEJO GENERAL

I. La consolación en Cristo

A. Consolados para consolar a otros

B. Liberados por el poder resucitador de Dios

II. Las promesas de Dios en Cristo

A. Todas las promesas del Señor son nuestras

B. Dios nos ha dado un anticipo

III. El triunfo en Cristo

A. Ya contamos con el triunfo B. El grato olor de Cristo

B. El grato olor de Cristo

C. Una predicación pura y sincera

Introducción

Con la lección de hoy iniciamos una serie de estudios sobre la Segunda Epístola de Pablo a los Corintios. Un tiempo después de que escribiera la primera carta, mientras permanecía en Efeso, le llegaron malas noticias; quizás a través de Timoteo y otros hermanos (1 Corintios 16:10-12). Se enteró, por ejemplo, que algunos (especialmente los judaizantes) no respetaban ni daban muestras de aprecio a su apostolado.

Sintió mucho que los corintios no hubieran obedecido las instrucciones que les envió en 1 Corintios, especialmente acerca del hombre que causaba tanto escándalo con su conducta entre ellos. A raíz de esta información, el apóstol escribió una carta muy severa, en la cual defendía su apostolado y daba órdenes terminantes a la iglesia para acabar de una vez por todas con los problemas que existían allí. Si leemos cuidadosamente 2 Corintios 2:3 nos daremos cuenta de que esta carta severa la escribió con profunda tristeza en el corazón y con grimas por las cosas que estaban asando. Tan drástica fue esa carta (la cual no está en el Nuevo Testamento), que después él se lamentó de haberla escrito, aunque reconocía el provecho que la misma había causado (2 Corintios 7:8).

Pablo, tiempo después de enviar esa carta severa con Tito, salió rumbo a Macedonia; pero en Troas se encontró con las buenas noticias del efecto de su carta (que nosotros desconocemos). (Véase 2 Corintios 7:6-12.) En vista de esto, probablemente desde Filipos. Pablo escribió esta carta, que conocemos como 2 Corintios. Ya en esta epístola se nota un tono más afectuoso y personal de parte del apóstol hacia la iglesia de Corinto.

Exposición bíblica

I. La consolación en Cristo (2 Corintios 1:3-11).

A. Consolados para consolar a otros

Después de expresar su saludo apostólico "a la iglesia de Dios que está en Corinto", Pablo prorrumpe en alabanzas a Dios, reconociéndolo como el "Padre de nuestro Señor Jesucristo". También glorifica a Dios en este torrente de elogios como el Padre de toda misericordia y "Dios de toda consolación". Es decir, el Dios que imparte aliento y consuelo a todos, en todo el sentido de la palabra. Tanto Pablo como los hermanos corintios estaban convencidos de que Dios es consolador, porque Él los había alentado en todas sus tribulaciones, esto es, en todas las pruebas y dificultades que les habían sobrevenido por causa del evangelio.

La mayor parte de las tribulaciones le sobrevinieron a Pablo como resultado de su ministerio. Sin embargo, Dios también consuela a los creyentes en "todas" sus tribulaciones, no importa de dónde provengan éstas.

Pregunta: ¿Cuál era el propósito de Dios al consolarlas?

Alguien dijo que Dios no nos consuela solamente para que seamos consolados sino para que seamos consoladores. El nos alienta de tal manera que podamos alentar a otras personas en cualquier dificultad, aflicción o desaliento. En otras palabras, el propósito de Dios es que nosotros sirvamos de cauces por medio de los cuales su consolación divina pueda fluir a otros que estén pasando por momentos de dificultades y se sientan oprimidos por las circunstancias, el mundo y el diablo

Enseñanza práctica

Existen hoy muchos libros de ilustraciones en cualquier librería. Un orador público o un predicador pueden hallar una ilustración sobre casi cualquier tema que se le ocurra. Sin embargo, un oyente atento puede detectar inmediatamente la diferencia que hay entre una ilustración aprendida de un libro y una experimentada en la vida real del que habla.

A una persona que esté pasando por momentos de aprietos y dificultades le resulta de mucho más consuelo oír que alguien diga: "Esto me sucedió, pero por la gracia de Dios salí victorioso", que cuando. el que habla se refiere a algo que él no experimentó.

Recuerde esto cuando le toque pasar por otra circunstancia apremiante, a fin de que sus pruebas y aflicciones le puedan servir de preparación para ayudar a otros. Cada vez que tenga que enfrentarse a una dificultad piense en que Dios puede estar dándole la oportunidad de aprender algo nuevo para ayudar a alguien.

Pregunta: ¿Se expresó Pablo de esta manera únicamente porque para él las cosas marchaban muy bien en esos momentos?

Por el contrario, al momento de escribir estas palabras, el apóstol estaba pasando por serias dificultades, anticipando de los sufrimientos de Cristo. Pero así como abundaban las aflicciones también abundaba la consolación de parte del Señor; la cual era más que suficiente.

Pregunta: ¿Qué incentivo dominaba la mente y la acción de Pablo cuando experimentaba momentos de dificultad y de consolación?

El apóstol soportaba las tribulaciones para que los creyentes a quienes él había ganado disfrutaran de aliento y salvación. La salvación de ellos, a la vez, se hada eficaz solamente en la medida en que ellos estuvieran dispuestos a sufrir las mismas aflicciones por las que estaban pasando Pablo y sus acompañantes. De la misma manera también recibía consolación para que los creyentes fueran consolados. Y salvos. La salvación en este caso significa al más que ser convertidos del pecado. En ella se incluyen todas las bendiciones y triunfos que Cristo logró para nosotros al morir y resucitar por nuestro bien.

Pregunta: ¿Qué esperanzas abrigaba Pablo en cuanto a los creyentes de Corinto?

El les asegura que "nuestra esperanza respecto de vosotros es firme" (versículo 7). El tenía mucha confianza de que así como los corintios habían sido firmes en las tribulaciones pasadas también lo serían en el futuro. El esperaba que ellos siguieran siendo partícipes de los sufrimientos que se experimentan por causa del evangelio. Asimismo ellos habrían de seguir firmes en la consolación de Cristo, a fin de que pudieran consolar también a otros.

B. Liberados por el poder resucitador de Dios

Para poder recalcar el hecho de que Dios es poderoso para librar y consolar a los suyos, Pablo recurrió a su testimonio personal. Les contó a los corintios en su carta la forma en que Dios había obrado para con él y los que lo acompañaban en Asia, es decir, en Efeso cuando tuvieron que enfrentarse a dificultades, aflicciones, persecución y desaliento. El ya había hecho mención de esto en 1 Corintios 15:82. Ahora él explica que fueron abrumados sobremanera más allá de lo que las fuerzas humanas pueden resistir (versículo 8). Tan apremiantes eran las circunstancias por las que tuvieron que pasar que en su desesperación pensaban que allí tendrían que enfrentarse a la muerte, "de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida". Pero en esa situación en que se encontraban, sintiendo en sí mismos "sentencia de muerte", sólo les quedaba el recurso del poder de Dios.

Pregunta: ¿Por qué permitió Dios que Pablo y sus compañeras pasaran por todas estas tribulaciones?

Lo que el Señor quería era que ellos dejaran de depender de sí mismos. El quería que se enfrentaran con la muerte cara a cara y que no tuvieran miedo de morir por causa de su fe, porque sabían que Dios es poderoso para levantar aun de la muerte a los que le obedecen.

Pregunta: ¿Quería Dios que sus siervos desearan ser muertos como mártires del evangelio?

De ninguna manera. La Biblia no enseña que haya ventaja alguna en morir como mártir por la fe. Es más importante vivir por Cristo que morir por El. Pero muchas veces, para poder vivir el tipo de vida que El espera que vivamos tenemos que enfrentarnos a peligros de muerte. Esto fue lo que le aconteció a Pablo y, su equipo, pero Dios los protegió milagrosamente. El Dios que es poderoso para resucitar a los muertos también lo es para salvar, rescatar y librar a los vivos. El apóstol también abrigaba la esperanza de que Dios seguirla protegiéndolos en el futuro.

Otra cosa que Pablo reconocía y hacía ver en su carta era su confianza en que los corintios tenían una parte muy importante en esa protección de parte de Dos a través de sus oraciones por él. Lo mismo podían hacer muchos otros cristianos. De manera que en esto se presentaba una gran oportunidad de que muchos participaran en dar gracias a Dios por su poder liberador.

II. Las promesas de Dios en Cristo (2 Corintios 1:16-22)

A. Todas las promesas del Señor son nuestras

Aparentemente algunos acusaban a Pablo de ser voluble o estar indeciso en cuanto a una nueva visita a la iglesia de Corinto. Pero el apóstol responde en esta carta con una explicación de que sus planes no habían sido elaborados en tal forma que su "sí" pudiera ser al mismo tiempo un "no." Esa no era su manera de proceder. El servía a un Dios absolutamente fiel y quería conducirse con igual grado de confiabilidad. Por esa razón sus palabras y sus promesas debían ser muy firmes y nunca dar lugar a tal volubilidad como para ser sí y no al mismo tiempo. Para mostrarles que las cosas no eran como algunos suponían, él les hizo recordar que cuando predicó el evangelio en Corinto en compañía de Silvano (Silas) y Timoteo no lo anunciaron como sí y no al mismo tiempo. Esto era algo totalmente imposible, dada la naturaleza del evangelio, porque Cristo es solamente "sí". En otras palabras, ellos predicaron un evangelio positivo. Ellos no proclamaban a un Cristo que probablemente salvara a los pecadores. Cuando lo proclamaron como sanador no dijeron que Jesús probablemente sanaría a los enfermos. Cuando hablaron del Espíritu Santo no se refirieron a El como alguien que posiblemente bautizara a los creyentes. Todas las cosas que anunciaban en su predicación eran proclamadas con una certidumbre indiscutible.

Pregunta: ¿Con qué bases contaban estos predicadores para anunciar el evangelio con tanta seguridad?

En Cristo Jesús sólo hay un sí para todas las promesas de Dios. El ya estampó el inquebrantable amén a todas ellas. Todo lo que falta es que nosotros también apliquemos nuestro "amén".

Enseñanza práctica

Una de las herejías más sutiles con relación a las Escrituras (aceptada todavía por muchos indecisos en la actualidad) implica que la Biblia no puede ser aceptada a primera vista tal como se lee. Esta distorsionada enseñanza dice que la Biblia "viene a ser" Palabra de Dios para cada individuo en su situación particular. Esto significaría, por ejemplo, que una promesa podría ser real para una persona en su situación particular, pero que la misma promesa podría ser nula para otro individuo aunque se encontrara en las mismas circunstancias.

Pablo aclara perfectamente que las promesas de Dios no pueden ser sí y no al mismo tiempo. Todas las promesas divinas son en Cristo sí y amén para todos aquellos que confíen definitivamente en la Palabra de Dios.

Es muy importante que reconozcamos esta naturaleza positiva de la predicación evangélica de los apóstoles. Ellos siempre presentaban pruebas positivas. Ellos declaraban firmemente que lo que Dios hizo fue hecho conforme a las Escrituras. Siempre se enfrentaron a la gente con la declaración de que el evangelio era `buenas nuevas". Cristo ya estampó su divino sí y su amén a todas las promesas de Dios que se encuentran registradas en las Escrituras. De nuestra parte está el que creamos y confiemos en El, y pongamos nuestro propio amén a dichas promesas. Esto, por supuesto, no lo podemos hacer por nuestra propia cuenta, porque cuando nos miramos introspectivamente luego nos damos cuenta de que en nuestro corazón sólo existe una sentencia de muerte. Todos pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 8:28; 6:28). Sí podemos confiar y actuar por medio de Jesucristo, y Dios es glorificado cuando lo hacemos así.

Enseñanza práctica

Jesús predicó y enseñó siempre un mensaje positivo. A cualquier lugar adonde fuera siempre iba haciendo bien a todos. Esto no quiere decir que no actuara con firmeza contra el pecado, siempre que fuese necesario. El denunció la hipocresía y el engaño de la religión que anuncia los líderes de los judíos. No obstante, sanó con amor a los enfermos e hizo uso de palabras bondadosas y tiernas para consolar a los quebrantados de corazón. Predicó contra el pecado, pero también le señaló al hombre el camino para ser justificado delante de Dios. A menudo anunció el justo juicio de Dios, pero con mayor frecuencia se refirió al perdón que hay disponible para el penitente.

Jesús se enfrentó diariamente con la realidad del odio, el enojo y la amargura de los hombres. Pero recalcó la comprensión, la simpatía, la buena voluntad, la confianza y el amor entre los humanos. El reconoció la realidad del infierno, pero presentó un cuadro muy bello del cielo. Habló de la muerte, pero hizo énfasis en la vida eterna.

Pablo impartió las enseñanzas del Señor. El le escribió a Timoteo en los siguientes términos: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Timoteo 1:7). A los creyentes de Corinto y de Filipos les escribió: "A Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús" (2 Corintios 2:14); "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).

B. Dios nos ha dado un anticipo

Pregunta: ¿De qué otra manera había demostrado Dios su fidelidad?

El había fortalecido a los creyentes corintios por medio de Cristo, juntamente con Pablo y sus compañeros, haciéndolos fieles discípulos del Señor. No sólo habla Pablo de haber sido confirmado en Cristo, junto con todos, sino que también asegura que Dios fue quien los "ungió". Es decir, Dios los había ungido (como a reyes y sacerdotes); esto es, Él los había ungido con su Santo Espíritu para el servicio. Además Dios también los había "sellado". Esto del sello espiritual consiste en una marca distintiva que Dios pone en los suyos por medio del Espíritu Santo, llenándolos de poder y de gracia para el servicio. Esto lo realiza el Señor depositando en el creyente "las arras del Espíritu" (versículo 22). Esas arras o prendas del Espíritu Santo se constituyen en un anticipo, o un irgo inicial que da Dios al corazón del cristiano.

Pregunta: ¿En qué sentido es un sello el bautismo en el Espíritu Santo?

En los tiempos bíblicos, un sello era una marca que servía como señal de propiedad, aceptación o autoridad. El bautismo en el Espíritu Santo es una señal visible en la vida del creyente de que pertenece a Dios. Este hecho también es un testimonio de la fe que el cristiano ha puesto en su Señor. El bautismo en el Espíritu Santo demuestra además la autoridad y el poder que el hijo de Dios ha recibido de parte de Jesús (Mateo 28:18-20; Lucas 24:49).

Pregunta: ¿En qué sentido es el bautismo en el Espíritu Santo algo que se pueda comparar con "las arras" o un pago inicial o prenda en la vida cristiana?

El bautismo en el Espíritu Santo es más que una mera prenda de nuestra herencia espiritual. Este evento es en sí parte integral de todo lo que seremos y recibiremos de parte de Dios cuando .Jesús venga y nosotros seamos transformados para llegar a ser tal como El es. Las arras del Espíritu se constituyen en una garantía formal de la plenitud de la herencia que recibiremos.

También podemos considerar el bautismo en el Espíritu Santo como una prenda o un pago anticipado en el sentido de que debemos estar siempre llenos del Espíritu Santo (Efesios :18). Esto alude a la posibilidad de experimentar un continuo y renovado derramamiento espiritual cada vez que el creyente reconoce sus necesidades espirituales. Esta es la forma en la que el Espíritu Santo sigue manifestándose y demostrando su poder en nuestra vida.

III. El triunfo en Cristo (2 Corintios 2:14-17).

A. Ya contamos con el triunfo.

Dios hada que Pablo siempre obtuviera el triunfo en Cristo cada vez que predicaba el evangelio. Es probable que cuando Pablo escribiera estas cosas tuviera presente el acontecimiento de la procesión triunfal con la que se recibía a un conquistador romano cuando regresaba a Roma después de alcanzar una victoria más. Sin embargo el cristiano, aun en medio de la talla y mientras está enfrentándose a todo tipo de dificultades, problemas y sufrimientos, disfruta del triunfo, ya pertenece alado ganador, ya forma parte del desfile triunfal del pueblo de Dios en Cristo.

Enseñanza práctica

El antiguo historiador judío Flavio Josefo inca que es imposible describir el regreso triunfal de Tito y Vespaciano a ciudad de Roma después de sus campañas de conquista. El dice que había tanto oro y plata que parecían correr como un río.

Un cuadro semejante a este es el que Pablo tiene presente en el versículo 14. Sin embargo, en lugar de referirse a un rey terrenal el apóstol se refiere a Cristo Jesús. El también se veía a sí mismo y veía a todos los cristianos como parte de esa marcha triunfal. La victoria ya había sido ganada por el Capitán de nuestra salvación: el Señor Jesucristo.

Pregunta: ¿Dónde se obtuvo la verdadera victoria?

Ese triunfo maravilloso se alcanzó en el Calvario. Cristo triunfó sobre la muerte por medio de su muerte sacrificial. En su resurrección triunfal se nos garantiza que nosotros también resucitaremos victoriosos de la tumba.

B. El grato olor de Cristo

En el Antiguo Testamento se habla mucho acerca de los sacrificios u ofrendas aceptables como un olor fragante para Dios. Pablo consideraba la predicación de las buenas nuevas de la muerte y resurrección de Jesucristo como una fragancia de Cristo, aceptable a Dios en todo lugar donde era proclamada. De la misma manera, los que se ocupan en propagar estas buenas nuevas se convierten en olor agradable a Dios. A través de la predicación y el testimonio, este olor hace un efecto real tanto en los que se salvan como en los que se pierden. Para los que se pierden es como olor de muerte para muerte, pero para los que se salvan es fragancia de vida eterna.

Lo anterior indica que nuestro testimonio y nuestra predicación son aceptados por Dios ya sea que la gente acepte o rechace el evangelio. Jesús les indicó claramente a sus discípulos que no todos recibirían su palabra, pero que nadie podría ser indiferente después de escuchar el mensaje. El que ha oído el evangelio tiene que tomar una decisión: aceptarlo, o rechazarlo; pero sea como fuere la reacción del que oye, nuestra predicación es un olor agradable a Dios.

C. Una predicación pura y sincera

Sobre nosotros pesa la gran responsabilidad de la predicación del evangelio. Debemos tener cuidado de que nuestra predicación provenga de una motivación genuina. Debemos presentar correctamente la Palabra de Dios como se recomienda en 2 Timoteo 2:15. No hay razón para que cualquier creyente no vea el mensaje de Dios en la presentación clara y sencilla de la Palabra. Lo que uno tiene que hacer es comparar un pasaje con otro y entender cada cosa en relación con su contexto. Pablo predicaba un mensaje genuino y era motivado por una causa genuina, por eso pudo decir: "con sinceridad, como de parte de Dios, hablamos en Cristo" (versículo 17)

Enseñanza práctica

En esta lección hemos visto cómo Dios es fiel en el cumplimiento de sus promesas. Esto nos obliga a que seamos fieles nosotros también en la presentación de su mensaje. Cristo nos conoce y se compadece de nosotros (Hebreos 4:14-16). El simpatiza con nosotros y nos ayuda (Hebreos 2:17, 18). Su gracia y su poder son suficientes para hacernos triunfar en cualquier situación (2 Corintios 12:9).


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